Gusano barrenador ¿Quiénes fueron los culpables?
Por: Isidro Ovando Medina
Investigador Nacional SNII
Tan grande fue el horror que le causó al naturalista francés Charles Coquerel, en 1858, el observar al gusano barrenador en un preso en la Isla del Diablo (en la Guayana Francesa, que ya de por sí era una prisión horrorosa fundada por Napoleón III en 1851) que clasificó y nombró al insecto Cochliomyia hominivorax, que significa “devorador de humanos” (homini: ser humano; vorax: comer con ansias). Lo anterior no es para menos, ya que el aspecto de una gusanera o herida infestada por hasta 200 larvas o “gusanos” en posición vertical y consumiendo la carne de los animales es espantoso para la mayoría de las personas.
Sin embargo, el insecto ha vivido y evolucionado en el continente americano desde hace millones de años, siempre ha estado y seguirá estando en las tierras calurosas y húmedas del neotrópico donde se especializó en poner sus miles de huevos en heridas superficiales de animales de sangre caliente. Sus hospederos eran animales silvestres y en la naturaleza no es una plaga, sino una especie tratando de sobrevivir; pero los tiempos cambiaron y los humanos inventamos la ganadería extensiva y con ello la mosca del gusano barrenador se adaptó felizmente a las nuevas condiciones. La civilización en América trajo a millones de cabezas de ganado vacuno, ovino, caprino y un largo etcétera y, con ello, la necesidad de controlar a la nueva plaga.
Como todas las plagas es necesaria una estrategia de “control”, porque la “erradicación” es una ilusión que la naturaleza se ha encargado de destruir en mil pedazos ante nuestros ojos; las enfermedades que se creían erradicadas vuelven en brotes temporales para hacernos ver que ahí están y que no podemos ni debemos bajar la guardia. Lo mismo con las plagas.
México necesita tener una estrategia de control del gusano barrenador, es totalmente factible y ya la tuvo de la década de 1970 al año 2013. Tristemente la estrategia se abandonó. Hay muchas acciones de control dentro de la estrategia general, incluyendo el control legal (inspección en aduanas, restricción a la movilización de animales contaminados, combate al contrabando de ganado, etc.), el control médico zootecnista (prevención de heridas, curación, aplicación de insecticidas) y el control epidemiológico (vigilancia y cuarentena).
Todos esos métodos se aplicaron desde hace muchas décadas, pero no bastaron para controlar eficazmente al insecto ¡ni bastarán hoy en día! Pongo un ejemplo: detener y regresar los cargamentos en las aduanas por detección de animales enfermos de “miasis” no resuelve mucho, ya que las moscas adultas del gusano barrenador pueden volar decenas de kilómetros diariamente y no hay aduanas que las detengan.
¿Qué sí funciona total y eficazmente? Pues la técnica del insecto estéril, la cual es una herencia de la ciencia estadounidense posterior a la Segunda Guerra Mundial y es una biotecnología que se aplica en todo el mundo donde se quieren controlar plagas humanas, agrícolas o ganaderas. La técnica consiste en criar masivamente millones de moscas (idealmente solo insectos macho) en biofábricas hasta la etapa de pupa, se bombardean con radiación gamma para atrofiar sus órganos sexuales y de esa manera esterilizarlas, para finalmente liberarlas masivamente en los sitios adecuados para que se apareen con hembras silvestres que no pondrán huevos y así interrumpir su ciclo de vida. Esta síntesis no menciona toda la ciencia, tecnología e innovación que se requiere en todo el proceso; por ejemplo, se requiere evaluar permanentemente la eficacia de los insectos estériles producidos respecto de su competitividad sexual con respecto a los machos silvestres con los que tienen que disputar las hembras. Dado que con el paso del tiempo y las generaciones los insectos de laboratorio pierden calidad es necesario “refrescar” las cepas, es decir, colectar insectos en el campo para reiniciar el proceso en la biofábrica.
Ahora bien, ese proceso se inició en 1972 en México, con la ayuda de los Estados Unidos, y se consolidó con la puesta en marcha de la planta productora de moscas estériles del gusano barrenador en Chiapa de Corzo, en 1977. Dos plantas más se establecieron en el Soconusco para otros insectos plaga de la agricultura. ¡Funcionó de maravilla!
Tomó años controlar al gusano barrenador, pero se logró, en febrero de 1991 México fue declarado libre de la plaga. Sin embargo, “libre” no significa “para siempre”, por lo que el trabajo continuó otros diez años con los costos millonarios que implica la operación de un programa de este tipo. El país siguió invirtiendo en su sanidad animal y humana.
Fue a inicios del gobierno de la alternancia de Vicente Fox, en el año 2003, que se dieron los primeros pasos para terminar con el programa que se veía como gasto, más que como inversión. Se argumentó que una planta similar en Panamá (que también se construyó con ayuda de los Estados Unidos) podría producir insectos estériles para todo Centroamérica y para Chiapas. Fue en ese año que se despidió a cientos de trabajadores del programa violando sus derechos laborales.
El acabose fue en el gobierno de Enrique Peña Nieto, en el 2013, que se cerró por completo la biofábrica y se acordó que sería la planta de Panamá la encargada del control, pero la naturaleza no es inmóvil y la sociedad tampoco. Mucho cambió desde el 2013 y en años de falta de control, de desprecio a la ciencia y de no invertir en el campo el gusano barrenador está de regreso.
Hay buenas noticias, la presidenta Claudia Sheinbaum, una científica que entiende el proceso, y por gestiones del gobernador de Chiapas Eduardo Ramírez, México tendrá una biofábrica de producción de moscas estériles del gusano barrenador en Metapa, Chiapas, con inversión conjunta, nuevamente con los Estados Unidos.
La política: México establecerá junto con Estados Unidos una nueva planta de producción de moscas estériles del gusano barrenador.
Los números:
· 14 años se requirieron para liberar a México del gusano barrenador.
· 500 millones de moscas estériles era la capacidad de la antigua planta de Chiapa de Corzo.
· 21 millones de dólares será la inversión inicial conjunta México-Estados Unidos.